El pasado 28 de junio decidí aprovechar que un grupo de amigos pasaba el fin de semana en el Valle del Genal para viajar hasta allí en bici. Ya se sabe, si hay alojamiento y alguien te lleva el equipaje, el viaje en bici está cantado.

El objetivo era llegar desde Málaga hasta Faraján (pasado Ronda) saliendo el sábado por la tarde; y aprovechar el domingo para hacer la subida a las Peñas Blancas desde Jubrique, bajando después hasta Estepona para meter la bicicleta en el autobús.

 

Ruta prevista para el primer día. ¡Gracias Google!

Ruta prevista para el primer día. ¡Gracias Google!

La principal preocupación del fin de semana era la posibilidad de lluvia: a mitad de la tarde debía caer agua por la zona de Ronda, y pasar el Puerto del Viento con tiempo desfavorable no es plato de gusto.

Sí, tenía pinta de algo de lluvia.

Sí, tenía pinta de algo de lluvia.

La verdad es que no fue mi mejor día de piernas, así que pedaleé de forma muy conservadora en todo el tramo desde Pizarra hasta la subida al Puerto de las Abejas, pasado Yunquera. Por allí esperaba ya encontrar lluvia, pero la temperatura era perfecta: paré varias veces en los pueblos de la zona para reponer agua y comer, y me mantuve muy entero de fuerzas.

 

Pasar junto a la Sierra de las Nieves es siempre una gozada.

Pasar junto a la Sierra de las Nieves es siempre una gozada.

A continuación se presentaba la zona más dura de la jornada: el Puerto del Viento. Os contaría todos los detalles sobre este puerto de montaña, uno de mis favoritísimos, pero creo que no puedo aspirar a mejorar la descripción que hacen en Altimetrías. Os invito a leerla. En cualquier caso, el puerto tiene una zona superior que efectúa el paso de la comarca del Guadalhorce a la de Ronda, que está muy expuesta a la climatología adversa. Es como una especie de cañón en altura por la que el viento pasa de una comarca a otra (el nombre Puerto del Viento no es en vano).

Se siente uno en las nubes.

Se siente uno en las nubes.

Pues bien, en este caso me tocó culminar la ascensión con el viento en contra. Dicen que el viento de cara puede ser más duro para un ciclista que la cuesta más empinada; pero si combinas las dos, se puede hacer un martirio. Me armé de paciencia, me tumbé hacia delante con el piñón grande, y procuré aguantar las rachas laterales que en ocasiones soplaban. Después de más de media hora así, y habiendo gastado la mayor parte de mis fuerzas, por fin llegué arriba.

 

El paisaje me quitó el poco aliento que me quedaba.

El paisaje me quitó el poco aliento que me quedaba.

La bajada del Puerto del Viento no es demasiado agradecida: después de tanto subir uno espera poder despeñarse mundo abajo, pero en este tramo uno tiene que seguir pedaleando bastante. El viento fue amainando poco a poco hasta que llegué a Ronda, para después enlazar con la carretera de Algeciras. Se estaba haciendo de noche, pero hubo un factor que me ayudó a estar muy tranquilo en la carretera: la final de la Liga de Campeones de fútbol, que tenía a todo el mundo en sus casas. ¡Gracias UEFA!

Atardeceres: good.

Atardeceres: good.

Pensé que llegaría más fácil, pero los últimos kilómetros se hicieron duros: iba ya vacío de fuerzas. Pensé que en esos casos hay que seguir pedaleando sin pensar mucho, y por fin, justo antes del anochecer, llegué a Faraján para cenar con mis amigos. Fue una gran ventaja utilizar para este viaje las zapatillas MT54 de Shimano con pedales SPD, que permiten caminar con normalidad al bajarse de la bici, aún utilizando calas cuando vas pedaleando. Además, yo siempre llevo los pies fríos en las bajadas, y esta fue de las primeras veces que eso no me ocurrió.

Trekking y pedales automáticos en la misma zapatilla.

Al día siguiente tuve que descartar mi plan de seguir hasta Estepona: el desgaste del día anterior no me hubiese permitido disfrutar del trayecto. Además, el manillar adelantado de carretera me había afectado bastante en el cuello y hombros. Así que decidí regresar hasta Ronda, no sin antes disfrutar de las geniales vistas del Genal.

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Vista valle abajo.

Desde Ronda aproveché el servicio de tren que une con Málaga. No es especialmente rápido, y tienes que pagar por llevar tu bici, pero es cómodo y muy práctico. Y hay sitio reservado para tu flaca.

Mi querida, a buen recaudo.

Mi querida, a buen recaudo.

Tuve que dejar la subida a las Peñas Blancas para otra ocasión. ¡Volveré más pronto que tarde!